Lo cierto es
que los bloggeros, supongo que en general, aunque yo sólo dedique mis escritos
en exclusiva a la pesca, muchas veces caemos en el hastío debido a múltiples
cuestiones (hay que tener en cuenta que el 95% de los blogs se abandonan por
sus creadores), y cada vez nos cuesta más hacer algún relato medianamente
coherente. Lo cierto es que, perdido el interés e ímpetu inicial, nos cuesta
cada vez más trabajo ponernos al teclado a relatar nuestras vivencias y
experiencias, de pesca en el caso que a mí me ocupa. Pero como no quiero
abandonar este proyecto, o más bien entretenimiento, que no deja de ser sólo esto
último, al que he dedicado tantas horas, me propongo, por lo menos de vez en
cuando, subir algún relato que dé algo, no tanto de “lustre y esplendor”, que
eso se lo dejaremos a la Real Academia de la Española de la Lengua, como de “vidilla” a
esta página.
Así que, y a
modo telegráfico cuento una de mis últimas jornadas de pesca: Fondo clásico.
Plomo y bajo con anzuelo. Acompañado de mi amigo José Luis, algo oxidado por la
falta de entrenamiento. Yo pesco con dos cañas, él con una. Echo engodo, él no.
En tres horas tengo dos picadas y saco 2 carpas. Él tienen 8 picadas y saca 6
carpas. Resumen: ¡palizón, palizón! Moraleja: no siempre el que más medios
posee o utiliza triunfa. Mejor, por eso la pesca tiene ese encanto que no
tienen otras actividades o aficiones. Además, uno siempre se alegra que un
amigo que retoma esta actividad disfrute sacando peces. Esto sí que es pescar; los
concursos... no tanto.
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