Un saludo para los lectores del excelente blog de pesca
de mi amigo Josan. Es un honor escribir para vosotros y lo hago con muchísima
humildad, pues no sé nada de pesca, pero suelo seguir las entradas de Josan y
me asombra la complejidad técnica de este fantástico deporte.
Yo os quiero hablar de cómo se trata el asunto de la
pesca en el libro básico de la literatura en español: el Quijote; un libro que
he estado estudiando con detalle recientemente para escribir sobre ciencia,
magia y religión.
Tratándose de un relato que transcurre, mayormente, por
el interior de la meseta, uno no espera encontrar muchas referencias a la pesca
en el Quijote. Sin embargo una lectura detenida nos ofrece algunos datos que
pueden resultar interesantes, o al menos, despertar la curiosidad de un lector-pescador
del presente. Así pues, aquí están mis conclusiones.
El
pescado en la dieta
Cuando don Quijote llega a la venta en su primera salida
(P1-C2), cansado y hambriento, el ventero solo le puede ofrecer: unas raciones de un pescado que en Castilla
llaman abadejo y en Andalucía bacallao y en otras partes curadillo y en otras
truchuela. Poco le importa al famélico hidalgo que le den varias truchuelas
o una trucha, pues para él: lo mismo
valen ocho reales sencillos que una pieza de a ocho, salvo que pase como con la
ternera, que es mejor que la vaca y el cabrito que el cabrón. Pero sea lo
que fuere, el caballero tiene hambre y pide de comer presto, pues: el trabajo y el peso de las armas no se
puede llevar sin el gobierno de las tripas. Después comprobamos que las
cocinas de la venta no son gran cosa, ya que: el bacallao está mal remojado y peor cocido.
Sancho tiene fama de buen comensal y, en P1-C18, tenemos
ocasión de ver que también le gusta el pescado, cuando dice que: prefiere comerse una hogaza de pan y dos
cabezas de sardinas arenques, que cuantas hierbas describe el Dioscórides.
También es Sancho el que, después de haber dimitido del
gobierno de la ínsula, se encuentra con su ex-vecino morisco Ricote (P2-C54), y
almuerza con él un manjar negro que dicen que se llama cavial y que está hecho de huevos de pescados, gran despertador de
la colambre (la sed).
Tras la aventura de los toros (P2-C59), don Quijote y
Sancho llegan a una venta que, por primera vez, al hidalgo no le parece
castillo y en la que para cenar tienen disponibles todos los manjares puesto
que, según el ventero:la venta estaba
provista de las pajaricas del aire, de las aves de la tierra y de los pescados
del mar. Aunque finalmente nos enteramos de que solo tiene un cocido de
garbanzos con uña de vaca y tocino.
El Quijote es una novela itinerante, en la que el viaje
enmarca la acción. Los protagonistas van hacia el sur en la primera parte, y
hacia Aragón y Barcelona en la segunda. En su periplo cruzan los cursos de agua
más importantes de esas zonas; en sus charlas, mencionan otros ríos de la
geografía de los reinos peninsulares.
Así, en el Quijote aprendemos que los peces del Tajo, son
de mucha mejor calidad que los del Guadiana. Cuando don Quijote cuenta su
aventura de la cueva de Montesinos, el río Guadiana aparece mencionado varias
veces en sentido metafórico como curso de agua triste y melancólico por
dondequiera que va; un río que: no se
precia de criar en sus aguas peces regalados y de estima, sino burdos y
desabridos, bien diferentes de los del Tajo dorado.
Al llegar a la ribera del río Ebro, don Quijote
siente gran gusto al contemplar: la
amenidad de sus riberas, la claridad de sus aguas, el sosiego de su curso y la
abundancia de sus líquidos cristales, cuya alegre vista renovó en su memoria
mil amorosos pensamientos. El hidalgo quiere subir a una barca allí
amarrada que a él le parece barco y Sancho le advierte que no es barco de
encantados sino de algunos pescadores dese río, en el que se pescan las mejores
sabogas del mundo. Las sabogas son sábalos (Alosa Alosa), peces de mar que
remontan el río.
El Betis (Guadalquivir) es referido como río olivífero de
corrientes cristalinas (P1-C18) y el Tajo como el siempre rico y dorado (por
sus arenas); el Genil como divino y de provechosas aguas; el Pisuerga como de
corriente mansa; el Guadiana como tortuoso y de escondido curso, cuando en su
imaginación don Quijote ve ejércitos en lo que son sólo rebaños de ovejas.
Altisidora cita varios ríos en su romance burlesco al don
Quijote asomado a la ventana, en el castillo de los duques (P2-C44), al decir
que Dulcinea será famosa:desde el Henares
hasta el Jarama, desde el Tajo hasta el Manzanares, desde el Pisuerga hasta el
Arlanza. Como vemos, Altisidora gasta bastante ironía, pues se trata de
territorios más bien poco extensos.
Pescadores
en el Quijote
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CK HOWE: Pescadores y molineros alarmados |
El escudero del caballero del Bosque (en realidad Tomé
Cecial, vecino de Sancho en el lugar de la Mancha, que se ha disfrazado con una
enorme nariz postiza) propone la caza y la pesca al buen Sancho, como
entretenimiento más suave que la escudería andante y le pregunta de forma
retórica: ¿qué escudero hay tan pobre en
el mundo, a quién le falte un rocín y un par de galgos, y una caña de pescar
con que entretenerse en su aldea?
También don Diego de Miranda, el caballero del Verde
Gabán, otro manchego de interior, declara, en P2-C16, que tiene como ejercicios
la caza y la pesca.
Los encuentros con pescadores son más probables junto a
los grandes ríos. Así, los pescadores del río Ebro montan en cólera, al ver su
barco destrozado en las palas de la aceña y tras un intento de cobrarse con las
ropas del pobre Sancho, se contentan con una compensación de 50 reales y quedan
admirados de las figuras de aquel hidalgo y su escudero, tan fuera del uso.
En el cuento inacabado de Sancho, en P1-C20, el pastor
Lope Ruiz, que huye de la moza Torralba, quiere pasar de Extremadura a Portugal
y llega a un Guadiana crecido y casi fuera de madre. Allí ve a un pescador que
tenía junto a si un barco tan pequeño que solo podían caber en él una persona y
una cabra.
El
mar para dos manchegos del siglo XVII
El mar, al que se hacen tantas referencias implícitas en
el libro, con los viajes por la Berbería y hasta Constantinopla y también a las
Indias (América), hace acto de presencia imponente cuando amo y escudero llegan
a Barcelona. Desde el puerto, ambos tienden la vista por todas partes y ven el
mar:hasta entonces dellos no visto.
Su único punto de comparación son las lagunas de Ruidera y, evidentemente, el
Mediterráneo les parece:espaciosísimo y
harto más largo.
Todos los lectores del Quijote conocen la locuacidad de
Sancho y su habilidad para ensartar refranes. Terminaremos este artículo
recordando uno de ellos:No se toman
truchas a bragas enjutas (secas),que en versión moderna vendría a ser algo
así como: el que quiera peces, que se
moje el culo.
En fin, amigos, recibid el abrazo de un admirador de los
pescadores como Josan y, si os gustan estas lecturas, os animo a que echéis un
vistazo a mi libro. Por el momento solo está disponible como ebook para Kindle,
y hay que comprarlo a través de Amazon. Su precio es de 5,14€. Si la
maquetación va bien, espero que pronto esté también disponible en papel.
*Nota del autor del blog: extraordinario, además de inédito y original, artículo de mi amigo Eloy Caballero, que en la concienzuda elaboración de su libro: "Ciencia, magia y religión en el Quijote", ha tenido a bien dedicar un esfuerzo ímprobo e impagable a sonsacar de esta obra, cumbre de la literatura universal, las referencias al mundo de la pesca, por lo que desde aquí le doy públicamente las gracias por ello, a la vez que recomiendo la lectura de su libro, asegurando que se trata de una recomendable, entretenida y excelente lectura. Si estáis interesados en su compra, a través del banner de Amazon que aparece en la parte superior derecha del blog lo podréis llevar a cabo. Muy aconsejable su lectura.
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